¿Cómo impacta el discurso del odio en la red en la vida de los jóvenes? Cada vez lo asumen más y ven Internet como una “ciudad sin ley” ingobernable que hay que atravesar para poder disfrutar de las ventajas que les ofrece el entorno virtual.
Un estudio de la Comisión Europea revela que el consumo de internet ascendió a una media de entre seis y siete horas y media diarias durante el confinamiento, lo que abrió la puerta a riesgos bien conocidos para millones de menores: ciberacoso, pornografía y desinformación, entre otros.
¿Cómo afrontar los retos del mundo pos-covid-19? Revisamos la evolución del ser humano en escenarios complejos donde la imaginación, la creatividad y la tecnología son fundamentales para salir adelante.
El consumo de pornografía entre adolescentes puede fomentar conductas sexuales de riesgo. Afecta a su percepción sobre el sexo y los roles de género y puede estar asociado con aspectos como permisividad sexual, agresividad, violencia, coerción sexual y victimización.
La pandemia puede afectar más psicológicamente a algunos perfiles de sanitarios, como los jóvenes, los menos formados o los que tienen menos apoyo social. Pero todavía falta estudiar su impacto real.
La publicidad crea necesidades en los jóvenes para fomentar su consumo. Y lo hace a través de productos culturales de entretenimiento y de comunidades digitales con miles de seguidores. Ellos se dejan llevar.
Cierres de parques, polideportivos, reducción de la práctica de deportes en el colegio… Los efectos de la falta de ejercicio en los niños desde que comenzara la pandemia han sido evidentes (psicológicos y físicos). Los expertos nos dan las claves para acabar con el sedentarismo de los menores.
Arrastramos el problema del abandono escolar temprano desde antes de la pandemia. Ahora, las consecuencias de la crisis pueden agravarlo aún más, especialmente con el alumnado en riesgo de exclusión social.
Se conoce también con el nombre de “binge drinking”. Se trata del consumo de alcohol “por atracón” por parte de los menores, que encierra consecuencias muy peligrosas para ellos y que se hace aún más habitual en estas fechas. Así podemos prevenirlo.
Fomentar el espíritu crítico en los jóvenes desde el aula y la familia es convertirlos en personas con un pensamiento bien formado y expresado con delicadeza, humildad, prudencia y buenas palabras, huyendo de la calentura, la ordinariez, el rencor y la venganza fría.
La juventud y el ocio nocturno se han situado en el centro del debate por los rebrotes de la pandemia ocurridos tras el levantamiento del estado de alarma de la pasada primavera.
Durante los meses de confinamiento y de colegios cerrados, los jóvenes han hecho uso (y, a veces, abuso) de los videojuegos. Pero ¿cuál es la dosis recomendada? ¿En qué momento podemos hablar de adicción? Es hora de disminuir el tiempo de juego, aunque siempre evitando demonizarlo.
Las personas dependientes no son felices por sí mismas, sino con la felicidad de otras personas a las que idealizan y a las que pretenden agradar. Una excesiva dependencia en las mujeres actuaría como un factor que incrementa la tolerancia de relaciones abusivas en la pareja.
El consumo habitual de videojuegos puede provocar cambios neuronales que mejoran la atención, la percepción, la memoria y las funciones ejecutivas. Sin embargo, también pueden crear adicción.
Debemos trabajar para inspirar y guiar a las nuevas generaciones con el objetivo de provocar cambios de comportamiento que fomenten la transición hacia un modelo de consumo más sostenible.
A diferencia de las matemáticas o la historia, la experiencia de la sexualidad no se puede transmitir. Y adquirirla es una prioridad para los adolescentes, que relativizan los riesgos de la COVID-19.
La estadística forma parte de la vida, pero no se enseña en los colegios. Curiosamente, en las pruebas PISA de matemáticas, aproximadamente una cuarta parte corresponde a ejercicios de estadística. Por eso, concursos como Incubadora de Sondeos y Experimentos han surgido para despertar el interés por esta materia fundamental.
Sí, es una realidad: en tiempos de confinamiento el uso de pantallas por parte de los jóvenes aumenta a diario. Pero, ¿acaso podemos reprochárselo? Intentemos que hagan un uso racional con una serie de pautas, y hagámonos a la idea de que en estas semanas hay que ser más flexibles con ellos.
Fijar límites para los hijos en el uso de la tecnología es correcto, pero más lo es participar con ellos para conseguir que hagan un un uso inteligente y productivo de las pantallas. La clave está en intentar acompañar a los más pequeños mientras consumen contenido digital.
Profesora en el Departamento de Ciencias de la Educación en el área de Métodos de Investigación y Diagnóstico en Educación, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea
Docente del departamento de Didáctica y Organización Escolar. Facultad de Educación de Bilbao, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea